domingo, 9 de febrero de 2014

POEMA: ¡QUE IMPORTA SI ESTA MAL ESCRIBIDO!

       POEMA: 


       ¡QUE IMPORTA SI ESTA MAL ESCRIBIDO!




                                                        Un poema de:  Jorge Godoy



Mil poemas hermosos de amor te escribiría,
pero no se, pienso que no tengo la gracia de escribir
aunque, con una enorme fuerza interior te escriba.

Debe ser porque nunca aprendí al amor escribirle,
y no estoy tan seguro de como una pasión se describe.
Con vergüenza late mas mi corazón  por lo que te escribo.

Aunque parezca mentira y rías de lo que te escribiré,
siempre tuve faltas de ortografía en mi escritura.
Y no hubiese querido que te rías de mi,  por mis escritos.

Ya ves, carezco de amor por mi, por eso este escrito,
para que me ayudes a  encontrarlo entre mis escrituras.
Si me ayudas, te  daré el amor que te prometo escribiendo.

Porque no hay fuerza mas poderosa que el amor describiera,
que aquella que se dan un par de enamorados escritores
en poemas, frases y dichos. ¡Que importa si esta mal "escribido"! 







Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.




lunes, 3 de febrero de 2014

CUENTO: EL DOCTOR Y SU PACIENTE. PARTE 2

    EL DOCTOR Y EL PACIENTE

                             Parte  2



                                                                                               Un cuento de: Jorge Godoy


                Una inmensa nube negra sobre su cabeza lo siguió desde la puerta de hospital casi todo el camino hasta su casa. "No puedo tener tanta mala suerte ", pensaba, y aceleradamente apresuro su imaginar en búsqueda de alguna estrategia que pudiera alejar a esa compañera que irradiaba toda  opacidad sobre sus pasos y vaya a saber uno porque,  se le había ocurrido a el que le traería mucha mala suerte ¿ Y si llegara hasta la puerta de su casa y tal vez quisiera entrar con el? , se pregunto, mientras caminaba.   Tal vez, la muy maldita, hasta pudiera entrar y arruinarle el encuentro sorpresivo que tenia pensado tener con su amada mujer.
            El Dr. Pedro P. , un hombre sumamente bueno e inteligente , nunca fue un hombre demasiado supersticioso, pensaba que eso era cosa de los falsos adivinadores y de los magos que hacían aparecer y desaparecer las cosas, pensando sobretodo irónicamente, la plata de los ajenos. Tampoco creía en las brujas, y en cuanto podía se paseaba una y otra vez, por debajo de cualquier escalera que encontraba a su paso , enfrentándose a cruces con los gatos negros, demostrándose a si mismo que a el esas cosas le eran raras, extrañas y de escasa importancia. Pero ese día, justamente ese día, el Dr. Pedro P, tuvo miedo y nos sabia bien porque y pensó enseguida, "si voy a mi casa esta maldita nube negra me seguirá con su mala suerte".        

           Así que pensó en desviarse de su camino habitual y debía decidir rápidamente adonde podía ir. Y no tuvo mejor idea que entrar a un cine, sin mirar siquiera que película estaban pasando, compro una entrada y enseguida entro. Mas luego de que el acomodador lo llevara hasta su asiento pudo recobrar de a poco la visión, que paulatinamente acostumbraron las penumbras a sus ojos, pensó ya que estaba ahí, porque no, podía disfrutar de esa película. 
     
           En ese momento estaban pasando una película muy romántica. Se sintió un poco enojado, estaba ahí solo en vez de estar con su querida mujer. Se lamentaba de como no se le había ocurrido llevarla al cine. ¿Y porque no , hacia mucho que no iban?  Se puso triste y se castigaba a si mismo culpándose que en los últimos años, el, había priorizado mas a su ocupación que a su compañera.     
    
           Pero el destino le fue sacando de a poco el azúcar que había saboreado a montones durante los primeros años del matrimonio y que ahora mas que nunca pensaba en ir a recuperarlo, poniéndose a trabajar para eso inmediatamente y por nada del mundo iba a dar marcha atrás.  Mucho mas se decidió mirando esa película romántica, una película hermosa que increíblemente a partir de ese momento iba a consistir en ser una pieza clave e importante en su vida.

         Al lado, una pareja de enamorados, que normalmente se susurraban palabras de amor y entre los abrazos y besos demostraban hasta donde puede llegar una pareja arduamente enamorada y apasionada.  Casi al final de la película y entre las tenues luces, la pareja se fue retirando.  Y el también lo hizo yendo detrás de esa pareja y mirando el piso alcanzaba apenas a ver las piernas de ambos hasta llegar hasta el hall. 

          Allí se hizo la luz y la chica de la pareja no reparo en el pequeño detalle de que el hombre que estaba detrás de ella no era cualquier hombre, tampoco era el hombre mas feo ni mas lindo del mundo, no era ni siquiera un galán cinematográfico ni un insignificante acomodador de cine, ni un engreído multimillonario ni un mal vestido pobretón, como para que a ella le llamara la atención, si no que era nada mas y nada menos que su marido.

           El mismísimo ser humano que se había preocupado por llegar hoy, justo hoy mas temprano a su casa para agradar a ella, para estar con ella mas tiempo, para decirle que era lo mejor que le había pasado en la vida, hasta que esa nube negra apareció encima de el y lo arruino todo. Ella ni siquiera se dio vuelta, a simple vista parecía demasiado entretenida y entusiasmada con su compañero.
   
           Pero el Dr. Pedro P. si se dio cuenta de quien era. Por un rato, pudo ver bien el rostro de ella y el de el. y se juro que nunca lo olvidaría.  Quedo estático, duro y permaneció inmóvil, fueron solo algunos momentos en que la tristeza lo envolvió, lo absorbió por completo. Un hombre como el, tan grande  físicamente, debía de tener seguramente un alma muy grande, muy pesada, que cuando la sintió por el suelo, caída, destruida, desparramada, tirada, no tuvo, no le quedo, y ya no contaba mas con  las fuerzas suficientes para levantarla.

         Ese momento fue precisamente que se distrajo y entre la muchedumbre perdió de vista a la feliz pareja, perdió de vista a ella y a el. Pensó, ¿que podía hacer ahora?, ¿volver a casa, para que? ¿caminar por ahí a distraerse, quizás? Razonar, eso es. Eso debía hacer, no ponerse nervioso, no dejarse llevar por la amargura y la impiedad del ingrato momento, que solo haría que su tristeza se acentuara mucho mas, se ahondara mas aun y cavara muchos mas hondo en las entrañas mismísimas de aquel fuerte dolor.
        
           Se tomo un minuto antes de dejar el hall de aquel cine, respiro tan hondo, tan profundamente, que nesecitaba mucho mas aire, para no ahogarse así con ese maldito y avasallante estrangulamiento que comenzaba a padecer y que tenia como finalidad cerrarle la garganta muy de a poco. A medida que los pensamientos rabiosos le iban ganando a los de la paciencia, le nació así una intención maligna que temía que se apoderase y ganara rápidamente terreno en las vías respiratorias de su pobre, destrozado y entristecido corazón, para ocasionarle un mal mayor. No, no debía permitir eso, razono justo a tiempo y dejo que sus nervios quedaran medianamente neutralizados, mientras pensaba , semidestruido, decaido y mortalmente herido, en alguna estrategia que deberia seguir imperiosamente de alli en adelante.

          Una iminencia, un superinteligente hombre natural, no debía sucumbir ante el primer golpe, no, claro que no, se hablaba a si mismo, mientras ganaba las veredas de aquella calle. Muy a pesar de llevar su cabeza semigacha, pudo igual asomado, ver otra vez la maldita nube. Elevo su cara al cielo y mentalmente le dijo: " maldita, maldita, fuiste tu la que me trajiste hasta aqui, fuiste tu la que me trajiste la verdad, fuiste tu la que me llevo a ver esta mala suerte". Camino hasta la esquina entro en un bar y pidio una cafe, encendio un cigarrillo, y penso, penso, penso....

          Debia simular como si nada hubiera ocurrido, debía relajarse y acomodar los enormes entreveros y revueltas que circulaban sin piedad muy rápidamente por sus pensamientos, tenia que dejar pasar algunas horas, lo necesitaba,  y regresar a casa como todos los dias, a la misma hora, con las mismas ganas de encontrarse con su mujer amada, abrazarla, besarla, preguntarle por su día, así como si nada.
 
          El Doctor Pedro P. un hombre sumamente victorioso en la vida, un prestigioso cirujano, debía enfrentarse hoy nada menos que a cerrar una herida, una nueva compañera que habria de acompañarlo por el resto de sus dias y que lo acompañaria hasta ver de como se cierra algun día y convivir hasta la muerte con la pequeña o gran cicatriz que en el quedaria.




                         Fin de la parte 2



Estimado Lector, muchas gracias y hasta la proxima