jueves, 27 de marzo de 2014

CUENTO: EL DOCTOR Y SU PACIENTE .PARTE 3

CUENTO: EL DOCTOR Y SU PACIENTE . PARTE 3





                                             AUTOR: JORGE GODOY



          Cuando volvió a su casa, de antemano había pensado hacer como si no sabia absolutamente nada.  Llego, ella como siempre salio para recibirlo beso de por medio, cuando la beso, tuvo que fingir, eso lo trastorno bastante y trato de que no se notara demasiado,  aunque paso desapercibido porque de hacia un buen rato ambos habían abandonado los besos apasionados que solo quedaron en el recuerdo de aquellos los primeros años de matrimonio.  Ella le pregunto que como le fue en le hospital y el le contaba cualquier cosa que se le venia a la mente, total sabia que a ella poco le importaba, ahora si que sabia que esas preguntas no eran de preocupación , sino que eran de un simple cumplido.  Ya había pasado la hora de la cena. Lo que de antemano había pensado de venir mas temprano, no lo había hecho, además dejo que pasaran un par de horas en aquel bar.  Esa noche no pudo pegar un ojo, su mujer  dormía abrazada a el y el, disimulado, no lo podía negar.

         Al otro día fue a trabajar como todos los santísimos días de su vida, trato de poner en su cara el mejor de los semblantes , el mejor de los ánimos y trato de mantener la mejor de la paciencias, todo para no declinar ante su maldita mala suerte que de ahí en adelante seria como su sombra. Mejor dicho, como una nube nefasta y negra que lo perseguía cuando quería ocasionarle algún mal. Ni bien llego,  apurado paso sin saludar a la rosa, al darse cuenta de ello, se volvió y tuvo unas palabras para ella.   
         ---Tu, no tienes la culpa, perdona si te trato mal, pero hoy no es mi día, ojala supieras las cosas malas que me pasaron ayer.  
         Sus dedos acariciaron las hojas, lo hizo tan tiernamente que pareció que le hablaba con el pensamiento, y le dijo:  "otro día te cuento" y le dio el buen día y entro al hospital , se dirigió apresuradamente al despacho del director y  sin perder mas tiempo pidió hablar inmediatamente con el.  A el le expuso que no estaba atravesando una etapa muy buena de su vida personal, en su casa, sobretodo, problemas de matrimonio, le dijo para que el le entendiera mejor, y el director lo entendió. El le pidió que por un tiempo no hacer practicas quirurgicas y que hasta que se repusiera un poco mas, atendería  solo consultas como cirujano.  No acepto que el director le ofreciera que se tomara unas vacaciones o un descanso, si fuera necesario, pensó que tal vez seria muy bueno, pero ambas cosas,  de una forma o de otra tendría que pasarla junto a su mujer y eso era lo que el no quería exactamente lo que sucediera.

     Así pasaron varios días.  Un buen día vino un señor a hacer una consulta,  lo habían derivado de cardiología.  Y ante la sorpresa del destino,  tuvo enfrente, nada menos que al mismísimo señor que ese día en aquel cine acompaño a su adorada mujer a ver esa romántica película. El mismo que,  también abrazo a ella y que también, beso a ella y que también,  salio  del cine aquel tomado del brazo de ella a la calle. Era el  mismo señor, lo tenia cara a cara , frente a frente,  escritorio de por medio. Mientras el señor paciente, con su cara de aflijido por una enfermedad,  expuso ante el doctor, su problema y presento sus estudios para que el los evaluara.  El Doctor Pedro P,  no lo escuchaba, solo lo miraba , quería atravesar sus ojos llegar a su cerebro, penetrar en sus pensamientos y desde allí, gritarle de una manera descomunal:   " ¿porque, porque, terrible canalla sinvergüenza te tenias que fijar justo en mi mujer, habiendo tantas mujeres en el mundo. Y casada, nada menos que casada, habiendo tantas mas lindas y mas jóvenes y solteras, sin ningún compromiso, ¿ porque, porque? ,  no pensaste en ningún momento que era mía,  no te apiadaste de este pobre infeliz de su marido, o sea yo" .  Luego, de pensar tan rápido para si mismo, de justificarse a si mismo, de herirse un poco mas a si mismo, le contesto, despreciativamente:  
        ---Claro que debemos realizar algunos estudios mas, aquí le indico lo que necesito y cuando los tenga venga a verme.
        Eso fue todo lo que le dijo, aparte de saludarlo.  El paciente se levanto de su silla, saludo, respetuosamente, se dio media vuelta y cerro la puerta del consultorio y se fue.   El día termino y no como todos los días, era claro que ese fue un día especial, muy especial, un día que no terminaria nunca, un día en que no podría pegar un ojo en la noche,  un día para pensar mucho, mucho... 

        Otra vez necesitaba despejarse algo mas, se fue al bar, al que el, un día encontró refugio de aquella nube negra,  la vez pasada,  en aquella calle de aquel cine.  Un bar que hacia un tiempo venia conteniéndolo,   asistiendolo emocionalmente, y que día a día se fue tranformando en "asiduamente".   
        ---Lo de siempre. 
        Pidió y se sentó a fumarse un decena de cigarrillos. y a dedicarse a pensar. Muchos ya habían notado que el Doctor Pedro P,  no era el de antes.  El director, sus compañeros,  justificaban que el había hecho bien en no hacer practicas quirurgicas , "en ese estado",  decían, se podría equivocar y eso podría ser fatal.  Encima,  de todos los problemas que el tenia , todavía,  el destino podría complicarle la existencia aun mucho mas.  Salio como todos los días con destino a su casa, pensando en que ya era hora de volver , masticaba bronca, recelos, resentimientos, y pensaba:  porque tengo tanto odio. Cuando buscando una explicacion miro para  arriba y otra vez estaba allí sobre el la tenebrosa, maldita, cruel, nefasta, nube negra. Como pudo corrió asustado y entro en su casa, cerro la puerta rápido, fuerte y le echo llave.  Clara C, su mujer, vino de inmediato desde la cocina atravesó el living en un vuelo, pensando que a el le podía estar pasando algo malo, ella lo contuvo abrazándolo tiernamente, luego, apasionadamente.  Lo sentó en un sillón del living, le acomodo un poco los cabellos , le apretó un poco su cara con las dos manos y le beso la frente, las mejillas, la boca. Lo miro a los ojos y le pregunto, asustada y sorprendida:
        ---¿Que te paso?
        Y el no le respondió, solo miraba a lo lejos.
        ---¿Que te paso hoy?
        Le pregunto Clara C, su mujer, y el seguía sin responder, callado, estático, asustado.
        ---¿Que te pasa, Pedro, contestame, por favor?    
        Y ella asustada se puso a llorar, mientras miraba un rostro empalidecido y atezado de ese hombre que ella conoció toda su vida,  pero que en ese momento y ante las circunstancias, parecía no conocer.



Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.