martes, 29 de diciembre de 2015

CUENTO:MI MADRE ALCOHOLICA.PARTE 7

 CUENTO:MI MADRE ALCOHÓLICA

                     (PARTE 7)

  ver parte 6                               De: Jorge Godoy
  
     Reconocer que la gente tiene su propio destino y que hay que dejar que este se cumpla, suena como a sumirse en una derrota. Querer cambiar las cosas suena mas atrevido y hasta mas interesante. Según se tenga cierta filosofía para comprender, sera esa seguramente la condición para sentirse culpable o inocente.
     No por mucho estudiar, muchos aprenden mas, sobretodo de la vida. La vida es un constante caminar, en donde el ajetreo hace cambiar a cada movimiento, de opinión, de parecer y hasta de conducta. Maria, sabia de esto mucho mas que Juan, Juan era mas académico, mas sentimental, se solidarizaba de inmediato por la solución de causas injustas, sobretodo con las de aquellos que siempre lo impresionaron, los pobres. De ellos el había aprendido que nacer sin regalos de parte de Dios, significaba morir de angustia, sobretodo, esperando por un mañana mejor. Aprendió también que ciertas contradicciones naturales, como nacer en lugares inhóspitos, hacían también que los hombres no pudieran desarrollarse en su máxima expresión. Y,  que todo ser humano se desarrolla mucho mas si alguien lo ayuda antes de nacer, o al menos vive mejor aquel que durante la infancia tiene la suerte de contar con el apoyo de un buen padrino. El había dedicado parte de su vida a ser ese tipo de persona, un buen padrino, de los que ayudan sobretodo económicamente a que los chicos no coman tan espaciado, a que el hambre del hogar no se sintiera tanto cuando estos estaban fuera del, y que el techo y la cama caliente, les faltara menos en sus vidas. En su escuela de campo enseñaba a tener algo por que vivir, a sobrevivir si fuera necesario con la esperanza de que mas allá del inmenso horizonte algún día pudieran encontrar un buen destino. Una vocación, un buen trabajo, algo que contribuyera a dejar para los recuerdos, la indiferencia de un mundo que siempre miraba con buenos ojos solamente a los mas dotados.
      Pero, Juan no sabia nada de personas adultas, ya formadas, las que habían pasado por tantas injusticias y tenían incorporadas adentro de sus almas como una cultura,  los odios, los rencores, que se transformarían  en maldades o debilidades según el caso, obedeciendo a reglas prefijadas de acuerdo a sus vivencias y a las que se sentían sujetos, inmovilizados y a las cuales de hacia mucho tiempo ya, se habían rendido por falta de fuerzas, y de voluntad.
      Juan, había pasado tres largos meses junto a Maria, aprendió a convivir junto a una persona que indefectiblemente todas las noches antes de ir a dormir en su camita, encendía una velita en un altar precario hecho sobre una mesita modesta adonde no faltaba la foto pequeña de su madre fallecida. Juan la la escuchaba hablar en voz baja, pero audible, desde la otra habitación, en donde dormía tendido sobre un sofá largo. No pudo evitar levantarse a mirarla mas de una noche, y la compasión se apoderaba de el, pero no le daba fuerzas suficientes para que al otro día por la mañana pudiera interrogarla. Así pasaron varias mañanas hasta que un día convencido de que era totalmente necesario, logro sacarle conversación sobre el tema y ella le afirmo que no hablaba sola, que su madre estaba allí presente, que la escuchaba y que le contestaba a todas sus preguntas, que su madre no tenia una forma física sino que ella se presentaba delante de sus ojos en una forma fantasmal, vestida con un vestido blanco, largo, que llegaba hasta el piso.  
      ---Nunca le pude ver los pies a mi madre, veía su rostro, su cuello, su escote, sus brazos, sus manos, pero los pies nunca, durante todas las noches de mi vida se los pude ver.
        

                                                Fin de la parte 7



Estimado Lector, muchas gracias y sera hasta la proxima entrada.
     
      
      
                                        

lunes, 7 de diciembre de 2015

TENTACION: (reflexion)

  TENTACIÓN 


 (REFLEXIÓN)



                                              Por Jorge Godoy



      Aquel ser humano, que pueda decir que puede vencer a la tentación, solo lo dirá y lo hará circunstancialmente      
                        

      Y mas tarde o mas temprano como las olas del mar se irán pero ellas volverán nuevamente.  

            
      Porque es natural que todo lo que se va, vuelva, y el ser humano que es un ser natural, nunca jamas podrá escapar a esa imposición divina y eterna que lo obliga a cumplir con la ley.                         


                                                          fin.





Estimado Lector, gracias y hasta la proxima entrada.