lunes, 8 de febrero de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 8

 MI MADRE ALCOHÓLICA
                
                    ( PARTE 8)

     ver parte 7

                                                                      De: Jorge Godoy



        Días enteros habían pasado juntos, viviendo, conviviendo. Juan se encontraba en la penosa situación de tener que seguir fingiendo por las noches, mientras María insistía y daba muestras probatorias de que hablaba con su madre y que esta le aconsejaba día a día, como vivir. 

     Y en una noche de esas en las que ocurría siempre lo mismo, el atento de Juan que permanecía como siempre sentado a su lado, escucho decir con dolor a María: 
     ---Mama me dice otra vez que soy una inútil, que nunca serví para nada, que como buena hija a esta altura de la vida yo debí superarla, y que no me merezco que un buen hombre como usted me ayude, que permanezca a mi lado.

     A Juan se le hizo un nudo en la garganta, se atoro con su propia saliva, dio muestras de ahogo, de que le faltaba el aire y a las tientas, logro salir de la pieza y llegarse al patio del fondo de la casa, a tomar aire. Ella, por detrás lo acompaño, se preocupo realmente por Juan que se sentía mal. Pero Juan simulaba, necesitaba ganar un poco de tiempo, el tiempo necesario para darle alguna respuesta. A Juan se le tornaba difícil, muy difícil, cambiar a esta altura la mente de María, ya no aceptaba este tipo de vida para ella bajo ningún punto de vista, ya se había cansado, hartado, de escuchar todas las noches lo mismo, asintiendo, hasta consentir como si fuera todo eso una verdad. 

     Hoy, era un buen momento para decir basta, su paciencia se agotaba y los días volaban y el no había conseguido absolutamente nada, y en cuanto a poder ayudarla, las cosas le iban peor. 
     Ella hacia una vida como si fuera que su madre nunca hubiera muerto, y eso que la realidad estableció para todos que estaba ausente de este mundo hacia algún tiempo, pero, menos para ella. Y en ese punto era adonde el se sentía mucho mas molesto, por la pena y el dolor de tener que reconocer que María ya estaba muy enferma, sus alucinaciones, mezcladas con tanta cantidad ingerida a diario de alcohol, sus divagaciones, esos traspiés en su mente, los ritos inaceptables que una persona normal rechaza, y el sin saber aun, todavía, bien porque, los aceptaba. 



      Y llego el tiempo en que Juan debía regresar a su trabajo, sin falta tenia que estar en la escuelita rural, ya habían sido bastante considerable con el, así que Dios mediante, no le quedaba mas remedio que cumplir con el destino.
      Con todo el dolor en el alma, el se volvió al campo, le había dejado toda clase de recomendaciones antes de partir, que no bebiera tanto, que tratara de manejarse por ella misma sin pedirle, sin hablarle a su madre. Otra vez y por centésima vez volvió a insistir en aquello de que su madre había fallecido, aunque el sabia que ella en ese aspecto era blanda y vivía atemorizada y dependiente de lo que le decía su madre, desde el mas allá, en esa forma de fantasma apareciendole todas las noches, sobretodo, después de ingerir bastante alcohol, o cuando por los sábados que iba al cementerio a permanecer casi todo el día entero frente a su tumba para recibir ordenes y consejos de su madre muerta para vivir.

      Allá en el campo Juan retomo sus trabajos, pero ni un minuto olvidaba a María. Con todo lo que había sabido de ella y con sus propias experiencias, se convenció de que María estaba muy enferma, o al borde de la locura o lo que le era mas difícil de creer, que tal vez, estaba poseída. No dudo en ir a ver al cura de la iglesia para contarle su historia. El cura se mostró muy sorprendido ante tales narraciones, sobretodo quedo muy preocupado cuando Juan le menciono que la madre de María se presentaba en forma de fantasma.
    ---Es una característica demoniaca, dijo el cura a Juan y agrego que lo normal es que estos fantasmas, sean seres imaginados por la misma persona, que se sientan a charlar con ellos o los acompañan en sus caminatas, casi siempre dándoles consejos, pero pocas veces escuche que se elevan del piso. 
    ---En la mayoría de estos casos las personas no se sobreponen de la perdida del ser querido y viven atemorizados por la falta de protección que esta le proporcionaba antes de fallecer, pero al morir, se sienten inseguras, mas en este caso que me dices que la madre era una alcohólica perdida y que lo único que quería era que a su hija todo le vaya mal y que termine como ella. Agrego el cura.
     ---Yo pienso lo mismo, solo que agregaría que su madre, agrego su cuota de maldad sobre la hija, para hacerle pagar a alguien sus penas. Dijo, angustiado Juan.
     ---Te aconsejo que antes de verificar todas estas suposiciones, primero la hagas ver por un buen psicólogo, seria lo mas aconsejable. Dijo el cura. 
     ---Después si la cosa no esta en manos de los médicos, veremos que se puede hacer. Un primo mio medico trabaja en un hospital de la ciudad, te dar la dirección y el teléfono para que cuando vayas nuevamente consultes con el. Agrego el cura.


     Al poco tiempo, hizo un hueco en su tiempo Juan y se vino, otra vez a la ciudad a ayudar a María.



                                       Fin de la parte 8



Estimado Lector, muchas gracias y sera hasta la próxima entrada.