viernes, 3 de junio de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 11

             MI MADRE ALCOHÓLICA
                    (PARTE 11)
     
                      
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                                                                           de: jorge Godoy



            Fueron semanas de angustia para el pobre Juan, día tras día visitando a María en el hospital. La encontraba mejor de salud, pero su físico se recuperaba lentamente. La parte mental era lo que mas les preocupaba tanto al medico como a el, ella había progresado poco, pero, aun así todavía se consideraba un leve progreso. 

    ---Hubo un pequeño repunte en las ultimas dos semanas. Acoto, el medico, sembrando así un leve hilo de esperanza. 

    ---No se la escucho hablar de su madre durante el ultimo periodo. Aunque todavía a ella no le hayamos dicho que redujimos a cenizas el cuerpo de la difunta. Podríamos, si es que ella sigue mejorando, en un par de semanas mas, calculo, darle salidas transitorias, que se vaya quedando una semana en su casa y si todo anda mejor podría quedarse mas tiempo. Por supuesto que todo quedara bajo nuestra tutela para ver como siguen las cosas. Consigno el doctor.

        Las dos semanas pasaron y el medico autorizo que María podía salir del hospital. Razón valedera para que Juan se ocupara inmediatamente de asear por completo la casa donde vivía ella, hasta llego a pintar las paredes con colores mas vivos. Todo un sacrificio fue el que hizo el pobre de Juan en las ultimas dos semanas, invertidas en embellecer el hogar de María, un hogar que la esperaba con los brazos abierto, un hogar cambiado, mucho mas hospedable, según las previsiones de Juan y su amigo el medico. 

      Del hospital, la trasladaron en un automóvil de alquiler hasta la casa. Al bajar del rodado, el iba enseñándole el camino, como si fuera que ella alguna vez lo hubiese olvidado. Entraron a la casa, una mesa limpia en el centro de la primera habitación que lucia impecable, fue la primera agradable presentación. Allí la sentaron por pedido de Juan y el medico. Tuvieron una conversación dura y descarnada, adonde Juan debió ponerla en conocimiento de las modificaciones que se habían hecho. Sobretodo que habían sacado el altar que ella levanto para venerar y conversar con su Madre alcohólica ya muerta durante las noches. Explicándole que todo lo que se había hecho era para mejorar su salud mental.

       María, resignada y entristecida, no vio con mucho agrado tal modificación, al comprobar que en su pieza ya no existía ese altar que ella había levantado en honor a su madre, una mujer aunque murió por el alcohol, una mujer alcohólica que le ordenaba su vida en los últimos tiempos desde el mas allá. Fue su madre. 

      Eso la apeno demasiado, pero sin embargo a diferencia de lo esperado por el medico y el, ella no opino y guardo absoluto silencio, sin hacer tampoco ninguna clase de ademanes, que pudieran molestar a sus cuidadores. Recorrió la casa una y otra vez como si fuera una persona extraña, luego, les manifestó estar algo cansada y por lo cual deseaba acostarse a dormir un poco. El doctor a seguido, procedió a suministrarle un sedante para que pudiera descansar mejor. Cuando ella se quedo dormida, el medico le aconsejo a Juan que por el momento no le dijera nada de lo que habían hecho en el cementerio. 

     ---Solo si ella desea ir hasta allá,  me llama y entonces iremos los tres juntos, es muy importante esa parte para la terapia, dijo el medico, mientras ya se preparaba para retirarse de la casa.

    ---Lo que usted ordene, doctor, si ella me pregunta por eso, tratare evitar el tema, antes de contestarle algo, lo voy a consultar a usted, quédese tranquilo, y que tenga usted un buen día.

     El doctor se retiro y Juan se volvió adentro de la casa, mentalmente también estaba cansado, así que también aprovecho para dormir un poco. María durmió hasta el otro día, extenuada, casi hasta la media mañana. Al despertar se encontró con un Juan alegre que ya había preparado el desayuno. 

    ---Gracias, Juan, por tus atenciones. Cuidas de mi y te preocupas demasiado. Yo no se si me lo merezco.

    ---Mereces eso y mucho mas, pero esto es solo el comienzo, veras ya como las cosas van a andar mejor que antes.

    Pasaron una semana, conviviendo. Las cosas ya no eran como antes, ella se quedaba en la casa, sin necesidad de salir a trabajar, Juan había decidido mantenerla económicamente hasta que finalizara el tratamiento.
    El doctor le había prometido a el, que si ella mejoraba, podría dejar el hospital y quedarse a cuidado de el. Solo que el tenia sus tareas lejos y necesariamente no podía prescindir de ellas. A la semana siguiente las cosas empezaron a mejorar, el doctor se había dado un par de vueltas por la casa a revisarla y la encontró de buen semblante y buen animo. Salio con Juan a caminar por las veredas del barrio para preguntarle algunas cosas de ella en privado.

    ---¿No ha querido armar nuevamente el altar para su madre? Pregunto el doctor.
       
    ---No, en dos semanas a su madre casi no la ha mencionado, pero precisamente, del tema del altar, no. No me lo ha nombrado.

    ---Eso es extraño, por lo general, los pacientes reaccionan de distintas maneras. Pero en fin, de salud física la veo bien, la mental, solo Dios lo dirá, ojala pueda superar todo lo que le paso y tenga una nueva vida.

    ---De eso quería comentarle, tengo pensado llevarme a María al campo, de nuevo. Con el trabajo me resulta casi imposible ir y venir , este año casi no estuve con los chicos de la escuela y yo también me debo a ellos. Así que quería saber si usted, me podría permitir que me la llevara, usted me entiende, si se encuentra bien de salud, por supuesto.

    ---Todo dependerá de cuando la llevemos al cementerio a ver la tumba que ya no existe mas de su madre. Ese sera el quid de la cuestión.

    Caminaron un rato mas por el barrio dando unas vueltas para airearse. El día estaba un poco fresco y, el doctor iba con sus manos cruzadas hacia atrás apoyándolas sobre su chaqueta de gabardina gris que le abrigaba la espalda,  y Juan con las dos manos embutidas en los bolsillos de su pantalón de sarga marrón, los dos miraban el piso, prestando suma atención a no pisar mal sobre algunas baldosas flojas que quedaron medias inundadas por la lluvia que había caído durante toda la madrugada.



                                           Fin del capitulo 11


 


Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.