viernes, 2 de diciembre de 2016

Cambios Inesperados(pensamiento)




    CAMBIOS INESPERADOS
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    Como se remienda la vida
    a cada instante,
    con cada acto que se sucede.
    Se descompone y al rato
    hay que volverla a recomponer

    No, claro que nada dura,
    nada es permanente
    como lo quisiéramos.
    Nada permanece estático
    porque nada se queda quieto.
  
    Tal vez la muerte 
    nos de ese privilegio.
    Tal vez la vida no se preocupo 
    demasiado por nosotros
    como nosotros nos preocupamos,
    por ella.


    Jorge Godoy
    En Buenos Aires, diciembre de 2016
    

sábado, 15 de octubre de 2016

UNA QUEJA OÍDA AL PASAR




    Alberto, un viejo conocido, amigo mio y compañero de la escuela primaria, se quejaba porque los vendedores ambulantes habían invadido las veredas de la avenida con sus mercaderías y, la gente se concentraba en esos lugares para conseguir algún regalo mas barato para el día de las madres, que es este domingo. 
   Entonces, el me decía quejándose que no se podía caminar tranquilamente por las veredas de la avenida. Que, porque no los corrían de lugar, porque molestaban bastante. 
   Lo deje, y al rato caminando por la avenida, me encontré con Hugo, un viejo y querido compañero de la escuela primaria a quien yo recordaba siempre con mucho cariño. El, estaba atendiendo un puesto callejero junto a su compañera. Nos pusimos a conversar y me contó con alegría que hacia unos momentos se había encontrado con Alberto y que se había puesto muy pero muy feliz al verlo, también me contó que se había quedado sin trabajo y que por ahora andaba haciendo de vendedor ambulante para seguir dándole de comer a su familia.




De: Jorge Godoy


domingo, 2 de octubre de 2016

POR OTRO DÍA MAS ( relato)

              POR OTRO DÍA MAS
                        (relato)               


      Ya eran un poco mas de las cinco de la tarde, un sol oculto, atenuado, que simplemente servía para dar aun un poco de claridad, caía ensombrado detrás de una manta espesa de nubes blancas y grises, tan características de una tarde luego de algunas lloviznas, tan ocurrentes en esos días previos a la primavera.
     
      Su rostro, acariciaba el vidrio húmedo de su ventana, mirando fijamente hacia la puertita chica de hierro y chapa de la entrada a su casa. Y su mirada ensimismada entre tristes pensamientos, se entretenía entrecortándose con el caer de algunas gotitas esporádicas que se iban escurriendo lentamente hacia lo seco, y mientras el vidrio se iba secando, los minutos indefectiblemente iban pasando. 

      Sus ojos se entretenían mirando una a una esas gotas, olvidándose de a ratos que su rostro pegado al vidrio húmedo era el significado del producto del cansancio de otra larga espera antojadiza a ese alguien, que debía reaparecer otra vez abriendo esa puertita baja de hierro y chapa para pasar adentro de su casa, dándose la vuelta para cerrarla, cerrando el paraguas, sacudiendo con sus manos un poco la humedad de su piloto y la de un portafolios de cuero. Viniendo sonriente hacia su rostro que detrás del vidrio de esa ventana, ansioso aguardaba su llegada. Hoy, tampoco vendría, como ayer, como hace unas cuantas semanas.

     Y sus ojos lagrimosos pegados al vidrio se cerraron, y ella otra vez mas, suspiro, comenzando a cerrar, bajando lentamente su ventana, por otro día mas.


                                                          Fin 



De: Jorge Godoy
Buenos Aires 
Octubre de 2016


Estimado Lector muchas gracias, y será hasta la próxima entrada.

sábado, 24 de septiembre de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA. PARTE 13

  CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA
                  (PARTE 13)   



                                                                                      De: Jorge Godoy
ir a la parte 12


    Según ya lo había advertido el medico, que de la reacción que resultara el enfrentamiento con la verdad, dependería el alta transitoria de María.

    El sábado como habían quedado, fueron al cementerio con Juan. A la entrada los estaba esperando el Doctor y después de los saludos formales, entraron. Caminaron despacio, conversando de muchas cosas, se llegaron hasta el mismísimo lugar adonde siempre María sabia pasarse horas de extensa charla con su madre, frente a la tumba. A María le resulto extraño que no fuera ese el lugar de siempre, lo encontró distinto, cambiado, estaba completamente segura que ese era el lugar, pero, la tumba de su madre no estaba mas allí. Miro extrañada a Juan y al Doctor, buscando en sus rostros la respuesta. Que ambos le dijeran por un momento que algo de equivocado había en ese día, en ese momento y que nada de eso podía ser real. Se pregunto lo que estaba sucediendo, comenzó a preocuparse algo mas de la cuenta, ante el silencio prolongado de sus compañeros. El Doctor puso una mirada soslayada sobre los ojos de Juan, diciéndole que aguardara, que no dijera nada, que esperarían a que ella siguiera explayándose hasta que se diera cuenta de que podría caber la posibilidad de que alguna vez en la vida, esto tenia que suceder y, que ese día para ella, tenia que significar el comienzo de una vida nueva sin la tumba de madre. María empezó a comprender, no por poca cosa la habían dejado salir del hospital, y como sucedió con el altar en su casa y los demás cambios que se sucedieron rápidamente, esta también, una sorpresa dolorosa para ella, también la debía soportar. 

     ---¿ Adonde, se llevaron el cuerpo de mi madre, Juan? Pregunto desconcertada.

     La pregunta, muy difícil de responder, tenia una sola respuesta, la habían cremado. Como explicarle que todo fue para su recuperación, que el Doctor lo ordenó, lo sentenció, para su mejoría mental; para que de ahora en más comenzara una vida nueva, una vida mejor, sin pasado, sin historias dolientes, sin heridas que nunca cicatrizarían sin ese tratamiento, todo ese molesto recomponer psicológico que aún debía sin falta transitar hasta llegar a su conciencia y remover de allí, tajante, parte de su historia heredada, la peor, la viciosa.

     Asintió con la cabeza el Doctor a Juan que quedo inerte ante la pregunta inflexible de María, invitándola a sentarse en el banco que habitualmente lo habían hecho hace tiempo atrás celebrando esa ceremonia semanal; ese banco gris de cemento y frío, como debería ser su respuesta. Ya no se trataba de aplicar sus propias recetas psicológicas venidas del campo, extraídas de la experiencia personal acumulada durante años de andar intimando con lacerosos problemas sociales. Si no que, ahora debía entregarse, rendirse, ante la demanda imperiosa de los facultativos. 

    Sentose María por invitación de Juan a escuchar. Nerviosa, inclinando su torso, hundiendo su pecho, y juntando sus manos, haciendo sonar sus nudillos, esperando con ansiedad, una buena respuesta. 

    Juan, comenzó a contarle con cierto nerviosismo, lo que habían hecho mientras ella permaneció internada y paso a explicarle, atemorizado, por cierta reacción que pudiera desfavorecerla a ella, ante la presencia escrutable del doctor que de alguna manera cercioraba cada una de las reacciones de María, para diagnosticar su posterior tratamiento.

    María, se levanto del asiento, enojada, pero sin decir nada, como adivinando su mala suerte. No por nada bueno estaba con su presencia el doctor por allí. Analizo y pensó rápidamente como cuidándose de no ocasionarse mas daño que lo que hasta ahora se había hecho, descuidándose, sobre todo, de las acciones de los demás. Puso en practica todo lo aprendido de los compañeros del hospital, se recato. Sintió dentro suyo un ardor símil al que provocan las llamas descontroladas de un infierno, sintiéndose desposeída y despojada, sin honor. Pero, advirtiendo al instante que, como le había dicho alguna vez una buena compañera, loca, del hospital "lo malo venia siempre disfrazado de bueno". Y ella ya había aprendido con creces, tales bondades ofrecidas a cambio de una vida saludable mejor.

     --- ¿ Y que han hecho con sus restos? ¿Adonde están? Pregunto, ocultando su azoramiento.

     La verdad que Juan y el Doctor le dieron como respuesta, le cayó como una piedra encima, lapidaria. 
     Sentose, abatida, nuevamente María en el banco de cemento de aquel cementerio, el mismo que fuera su antiguo consuelo y compañía de los sábados durante los últimos años. Viose  sus ropas , su atuendo, sus cambios personales y, objetó a su conciencia, un remordimiento, un pesar. Pero, su prestancia debía seguir ocultando lo insoportable, una y otra vez, hasta forjar con miseros dolores su resistencia, para aguantar esta y otras pruebas mas.



     Juan se encargo de llevar a su casa la cenizas de su madre muerta. Despidieron al doctor en la puerta del cementerio y este le dijo a Juan que en unos días daría una resolución a su pedido.
     Durante el camino de regreso a su casa Juan y María, por las circunstancias, casi no mediaron palabra. En el rostro abatido y empalidecido de ella, solo circundaba un pensamiento. Sosegarse, para no caer en la ira, ni el rencor. Y se encomendó hasta el día mañana, después de descansar, para ver de que forma seguiría sobreviviendo. 


                                                  Fin de la parte 13


Estimado Lector  muchas gracias y hasta la próxima entrada.
     
     

lunes, 11 de julio de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 12

 CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA
                PARTE 12.    
  



         IR A LA PARTE 11

                                                                           De: Jorge Godoy




            Tal como se esperaba, Maria en un momento dado se manifestó con grandes deseos de ir el sábado hasta el cementerio para visitar la tumba donde se alojaban los restos de su madre. Juan de inmediato se puso en contacto con el doctor tal como lo habían previsto, acordando que se encontrarían a cierta hora de la mañana en la entrada, desde donde este los acompañaría.

         Juan había logrado casi lo imposible, Maria ya se aseaba mas seguido, se alimentaba mejor, se había recuperado bastante rápido realzando significativamente su figura física, tanto que Juan comenzó a imaginar que tal vez si las cosas siguieran de ese modo, podría quizá, soñar con la posibilidad de enamorar a una mujer que paulatinamente mejoraba su belleza día tras día. A tal grado que de tanta mejoría y de a poco, Maria se fue convirtiendo en una mujer desconocida para muchos. Se vestía mejor, se arreglaba peinándose varia veces al día sus cabellos, hasta un día le pidió a Juan que le ayudara con el teñido, lo que le resulto un poco trabajoso, dado que sus cabellos renegridos por naturaleza hicieron enorme tal tarea hasta poder convertirlos en rubios. Cuando se consumo el teñido, Juan no lo podía creer, adelante de sus ojos había nacido otra mujer. Que si antes estaba posesionado por que había encontrado dentro de ella una persona agradable, ahora también por fuera la encontraba igual de agradable. No se animo a decírselo siquiera, sintió una vergüenza quemandole en todo su interior. La cabeza le dolía demasiado pensando de que manera Maria, podría tomar esos pensamientos; ofensivos, tal vez. Mas, siendo que Juan hacia mucho tiempo que la protegía, dándole a entender de sobre manera que significaba mucho para el, cuidándola muchas veces como si fuera un hermano mayor o como un padre.

        Maria estaba descontrolada, del arreglo a sus cabellos, tiñiendolos de rubio, paso de inmediato al arreglo de su atuendo personal. Rebusco en los cajones de su cómoda, vaciandolos por completo, eligiendo y probándose pantalones, remeras y zapatos frente al espejo casi toda la mañana, hasta que finalmente consiguió vestirse con la mejor ropa juvenil que encontró a su gusto. No solo el espejo de su cómoda y un atónito Juan, que la miraba desde el asombro, la encontraron atractiva, sino que también, los vecinos del barrio y los conocidos desplegaban miradas completas de perplejidad ante su paso. Esa mañana que debían hacer las compras diarias, fue diferente a las anteriores, a tal grado que parecía que su pasado había quedado encriptado en una historia añeja y deslucida, que a simple vista iba demostrando que ya no volvería a ser la misma. Hasta aquellos que atendían los comercios hasta el día de ayer, cambiaron, de tener esas caras habituales de fastidio, a unas mucho mas simpáticas y complacientes. 

          Maria empezó a comprender entonces lo que era sentirse maravillosamente bien, su humor enaltecido ya, gracias a las muestras de gratitudes recibidas por todos los que a su paso indefectiblemente ahora elegían complacidos darle muestras de su respeto, en una forma mas amistosa, dejaba ver a las claras que los cambios personales le habían dado buenos resultados. Casi podría asegurarse que esa era una de las pocas veces que en toda su vida la gente de su entorno le estaba demostrando cariño. Recordandole en comparación, a aquellas situaciones similares, de cuando era una niña pequeña e iba siempre tomada de la mano de su madre durante las tardes calurosas de verano que solían salir a caminar por el barrio a tomar el aire fresco tan solo para refrescarse. Esta situación no dejaba de agradarle y sentirse agraciada por que la vida parecía darle una nueva oportunidad. Sin olvidarse de que era esa la misma vida, que en su niñez la había tratado muy mal a través de su madre, quien por elegir los refugios que le ofrecía su amigo incondicional, el alcohol, se olvido completamente de superar los problemas debido a las innumerables peleas y discusiones que solia tener a diario con su padre. Para así de simple delegarlos a menudo sobre la pequeña y fragil humanidad de Maria. 

       Pero la vida tenia que continuar, como continuo todo después de la ardua tarea que le significo sobrevivir muñida de problemas. Ahora lo mas importante para ella era curarse, porque el tiempo que le toco convivir con otros enfermos allá en el neuropsiquiatrico, le alcanzo y le sobro lo suficiente para aprender demasiado sobre ciertas necesidades de afecto y cariño que necesitan todos los días los seres humanos , mas cuando por distintas razones de desgracias que da la vida, atacan en una forma muy voraz en su salud mental y nadie o casi nadie ya mas quiere comprenderlos. Tanto era así que comprendió que un enfermo mental era el único ser viviente que podría dar testimonio sobre tales incomprensiones y hablar con propiedad sobre ciertos abandonos que se hacen regularmente a las personas en esos lugares. Cosas incomprensibles para quienes se hacen llamar orgullosamente ante la sociedad y sus pares, personas normales. 

         Para Maria, comenzar a pensar diferente, era todo un desafió. Los asistentes que la rodearon durante todo el periodo de su hospitalizacion, le agregaron a sus conocimientos, todavía mas experiencias a la que ya ella poseía. Sus compañeras internadas como ella, le enseñaron algo mas sobre lo que significaban los sufrimientos por los encierros muchas veces prolongados tan solo por padecer sin culpas, deterioros mentales nunca deseados, y que solo sirvieron para que la madre naturaleza señale con mucha mas fuerza a aquellos que a partir de cierto día cualquiera en la vida, pasaron a convertirse en menospreciados por tantos otros que nunca comprendieron que las diferencias, siempre fueron la parte mas natural de la vida. 

        De a poco, su ignorancia cultural exigida obligatoriamente en la vida cotidiana por sus pares, iba tornándose consciente dentro de su agravada salud mental, no obstante ello, comenzó a comprender con sumo esfuerzo que, después de haber soportado las angustias de su penoso encierro, el cuerpo se había enriquecido en experiencias con las constantes vivencias. A lo aprendido en años de convivir con la miseria padecida en su vida en libertad, ahora se le agregaba lo aprendido durante la miseria padecida en el encierro. Pero, empezó a comprender que ambas no se conjugan en los mismos tiempos, tampoco se desarrollan en los mismos escenarios, así que ni una ni la otra, le servían para saltear con habilidad, a esos días de extremas necesidades, entendiendo de a poco que para la sociedad la única experiencia importante era solo la de obedecer sus reglas y leyes. Imposiciones heredadas durante años y años de culturas, que los barcos de distintas naciones se habían encargado de desparramar por el mundo, como semillas para que crezcan y que hoy como arboles crecidos y fuertemente agarrados a los suelos, se diseminaron en todas las cosas que podemos ver que existen dentro de cualquier sociedad. 

          Para Maria, el alcoholismo heredado por su madre, hoy significaba una sola cosa, una tremenda adversidad;  un pronunciado contratiempo que si quería ser bien sorteado, solo dependía exclusivamente de ella. Y que para lograrlo gracias a Dios contaba con la anuencia y la ayuda incondicional de su fiel compañero y amigo, Juan.
         
          Ambos ya estaban haciendo los preparativos para que mañana por la mañana salieran con rumbo al cementerio, a visitar una vez mas como lo acostumbrado, la tumba de su madre alcohólica ya fallecida.


                                           Fin de la parte 12


Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.
         
               
                  

          



           

viernes, 3 de junio de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 11

             MI MADRE ALCOHÓLICA
                    (PARTE 11)
     
                      
ir a la parte 10                                           
                                   
                                                                         
                                                                           de: jorge Godoy



            Fueron semanas de angustia para el pobre Juan, día tras día visitando a María en el hospital. La encontraba mejor de salud, pero su físico se recuperaba lentamente. La parte mental era lo que mas les preocupaba tanto al medico como a el, ella había progresado poco, pero, aun así todavía se consideraba un leve progreso. 

    ---Hubo un pequeño repunte en las ultimas dos semanas. Acoto, el medico, sembrando así un leve hilo de esperanza. 

    ---No se la escucho hablar de su madre durante el ultimo periodo. Aunque todavía a ella no le hayamos dicho que redujimos a cenizas el cuerpo de la difunta. Podríamos, si es que ella sigue mejorando, en un par de semanas mas, calculo, darle salidas transitorias, que se vaya quedando una semana en su casa y si todo anda mejor podría quedarse mas tiempo. Por supuesto que todo quedara bajo nuestra tutela para ver como siguen las cosas. Consigno el doctor.

        Las dos semanas pasaron y el medico autorizo que María podía salir del hospital. Razón valedera para que Juan se ocupara inmediatamente de asear por completo la casa donde vivía ella, hasta llego a pintar las paredes con colores mas vivos. Todo un sacrificio fue el que hizo el pobre de Juan en las ultimas dos semanas, invertidas en embellecer el hogar de María, un hogar que la esperaba con los brazos abierto, un hogar cambiado, mucho mas hospedable, según las previsiones de Juan y su amigo el medico. 

      Del hospital, la trasladaron en un automóvil de alquiler hasta la casa. Al bajar del rodado, el iba enseñándole el camino, como si fuera que ella alguna vez lo hubiese olvidado. Entraron a la casa, una mesa limpia en el centro de la primera habitación que lucia impecable, fue la primera agradable presentación. Allí la sentaron por pedido de Juan y el medico. Tuvieron una conversación dura y descarnada, adonde Juan debió ponerla en conocimiento de las modificaciones que se habían hecho. Sobretodo que habían sacado el altar que ella levanto para venerar y conversar con su Madre alcohólica ya muerta durante las noches. Explicándole que todo lo que se había hecho era para mejorar su salud mental.

       María, resignada y entristecida, no vio con mucho agrado tal modificación, al comprobar que en su pieza ya no existía ese altar que ella había levantado en honor a su madre, una mujer aunque murió por el alcohol, una mujer alcohólica que le ordenaba su vida en los últimos tiempos desde el mas allá. Fue su madre. 

      Eso la apeno demasiado, pero sin embargo a diferencia de lo esperado por el medico y el, ella no opino y guardo absoluto silencio, sin hacer tampoco ninguna clase de ademanes, que pudieran molestar a sus cuidadores. Recorrió la casa una y otra vez como si fuera una persona extraña, luego, les manifestó estar algo cansada y por lo cual deseaba acostarse a dormir un poco. El doctor a seguido, procedió a suministrarle un sedante para que pudiera descansar mejor. Cuando ella se quedo dormida, el medico le aconsejo a Juan que por el momento no le dijera nada de lo que habían hecho en el cementerio. 

     ---Solo si ella desea ir hasta allá,  me llama y entonces iremos los tres juntos, es muy importante esa parte para la terapia, dijo el medico, mientras ya se preparaba para retirarse de la casa.

    ---Lo que usted ordene, doctor, si ella me pregunta por eso, tratare evitar el tema, antes de contestarle algo, lo voy a consultar a usted, quédese tranquilo, y que tenga usted un buen día.

     El doctor se retiro y Juan se volvió adentro de la casa, mentalmente también estaba cansado, así que también aprovecho para dormir un poco. María durmió hasta el otro día, extenuada, casi hasta la media mañana. Al despertar se encontró con un Juan alegre que ya había preparado el desayuno. 

    ---Gracias, Juan, por tus atenciones. Cuidas de mi y te preocupas demasiado. Yo no se si me lo merezco.

    ---Mereces eso y mucho mas, pero esto es solo el comienzo, veras ya como las cosas van a andar mejor que antes.

    Pasaron una semana, conviviendo. Las cosas ya no eran como antes, ella se quedaba en la casa, sin necesidad de salir a trabajar, Juan había decidido mantenerla económicamente hasta que finalizara el tratamiento.
    El doctor le había prometido a el, que si ella mejoraba, podría dejar el hospital y quedarse a cuidado de el. Solo que el tenia sus tareas lejos y necesariamente no podía prescindir de ellas. A la semana siguiente las cosas empezaron a mejorar, el doctor se había dado un par de vueltas por la casa a revisarla y la encontró de buen semblante y buen animo. Salio con Juan a caminar por las veredas del barrio para preguntarle algunas cosas de ella en privado.

    ---¿No ha querido armar nuevamente el altar para su madre? Pregunto el doctor.
       
    ---No, en dos semanas a su madre casi no la ha mencionado, pero precisamente, del tema del altar, no. No me lo ha nombrado.

    ---Eso es extraño, por lo general, los pacientes reaccionan de distintas maneras. Pero en fin, de salud física la veo bien, la mental, solo Dios lo dirá, ojala pueda superar todo lo que le paso y tenga una nueva vida.

    ---De eso quería comentarle, tengo pensado llevarme a María al campo, de nuevo. Con el trabajo me resulta casi imposible ir y venir , este año casi no estuve con los chicos de la escuela y yo también me debo a ellos. Así que quería saber si usted, me podría permitir que me la llevara, usted me entiende, si se encuentra bien de salud, por supuesto.

    ---Todo dependerá de cuando la llevemos al cementerio a ver la tumba que ya no existe mas de su madre. Ese sera el quid de la cuestión.

    Caminaron un rato mas por el barrio dando unas vueltas para airearse. El día estaba un poco fresco y, el doctor iba con sus manos cruzadas hacia atrás apoyándolas sobre su chaqueta de gabardina gris que le abrigaba la espalda,  y Juan con las dos manos embutidas en los bolsillos de su pantalón de sarga marrón, los dos miraban el piso, prestando suma atención a no pisar mal sobre algunas baldosas flojas que quedaron medias inundadas por la lluvia que había caído durante toda la madrugada.



                                           Fin del capitulo 11


 


Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.
      

                

lunes, 9 de mayo de 2016

DOS MANZANAS (cuento para pensar)

                       DOS MANZANAS
                (CUENTO PARA PENSAR)
   

                                                             De: Jorge Godoy


          Un  joven que vivía en un pueblo, iba solo todos los días hasta la costa del río, allí se sentaba a descansar bajo la sombra de un manzano, este hermoso árbol era el único que había en ese lugar, y daba unas brillantes y apetitosas manzanas.
        El joven, se incorporaba y con solo estirar un poco su brazo arrancaba un par de ellas, luego se sentaba nuevamente y se las comía con mucho gusto. Hacia esto todos los días por las tardes, mientras contemplaba el río y miraba mas allá de el, miraba,  con suma curiosidad la otra orilla del río. Justo enfrente, en dirección recta desde donde el descansaba podía observar que un bello árbol también de manzanas, había crecido lo suficiente y que con el brillar del sol, relucían ya sus frutos. Lo que llamo a el poderosamente la atención. Así que mientras comía su par de manzanas diarias, contemplaba con ambición las otras delicias que brillaban bajo la luz del sol.
       Se dijo un día, con cierto grado de obsesión, voy a cruzar el río y voy a ir a comer manzanas también de ese árbol. Nunca se había metido en el río, así que no sabia si era profundo o no. Un día para probar, se metió en la orilla del río camino unos pasos y ya las aguas le llegaban a las rodillas, hizo unos cuantos pasos mas y el agua llegaba hasta su cintura y no había llegado todavía a la mitad del río. El río era ancho, así que pronto al hacer unos cuantos pasos mas, el agua ya le había llegado al pecho, se detuvo y pensando que con toda seguridad al hacer unos cuantos pasos mas el agua lo taparía por completo, así que se dispuso a enfrentar tal situación, como un desafió y,  si el agua lo llegara a tapar, nadaría; el era un buen nadador y estaba dispuesto a nadar. El rio era manso, así que pensó que nadaría lo suficiente hasta llegar otra vez a hacer pie y de ahí caminando llegaría con toda seguridad hasta la otra orilla.
       Camino hacia adelante esperando que sus pies ya no sintieran el piso barroso del río, sin embargo, nada ocurrió, camino y camino y el agua no crecía sobre el, se estanco en el medio de su pecho y de ahí no avanzo. Respiro con felicidad, había logrado cruzarlo caminando, algo que a simple vista, un rato antes le parecía increíble. 
       Al llegar a la otra otra orilla salio del río, se llego hasta el manzano, lo contemplo curiosamente, estiro su brazo y logro sacar un par de manzanas, tal cual lo tenia previsto, se sentó y se comió ambas manzanas. Sintió placer al hacer esto, luego descanso hasta que se le hizo un poco mas tarde.
       Al regresar y con mucho cuidado volvió a meterse en las aguas del río, con la misma precaución y desconfianza que había tenido cuando había entrado al río por la otra orilla, camino lentamente sintiendo otra vez el fondo del río barroso, que le servía de guía, por si hubiera algún pozo y, con sumo cuidado iba dando paso a paso, buscando hacer pie. Lo cruzo tal cual lo había hecho como cuando había venido. Al salir del río, feliz, volvió de regreso a su casa.
       Al día siguiente volvió a hacer lo mismo, se comió bajo la sombra del manzano dos manzanas y luego se metió en el río y volvió a cruzarlo e hizo lo mismo bajo el manzano de enfrente, volvió a cruzar el río y otra vez feliz, se retiro a su casa. Así, paso muchos días, sintiéndose feliz, porque había logrado su meta.
       Una tarde soleada y calurosa, volvió a hacer lo mismo de siempre: comerse dos manzanas bajo su árbol e ir a comer dos mas en el árbol de enfrente. Entro en el río camino mas resuelto, mas seguro, apoyado en su confianza. Había pasado muchas veces por el mismo lugar del río, así que lo tenia conocido. Pero, al llegar al medio del río, esta vez sus pies no sintieron el fondo del río, su cuerpo se deslizo rápidamente hacia abajo, sus manos no tuvieron tiempo a abrirse en manotazos para nadar, así que se hundió, su cabeza se sumergió en las aguas, el río lo trago en un solo instante y ya su cabeza, su pecho, no volvieron nunca mas a salir de las aguas. Al final el joven se ahogo.

                                                   

                                                   FIN 




Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.

sábado, 23 de abril de 2016

OCURRENCIAS LITERARIAS 1

  OCURRENCIAS LITERARIAS 1
  
              ( FRAGMENTO)

                                                                               Por: Jorge Godoy



       Este hombre de sonrisa ufana, contaba historias haciendo demasiada alharacas de sus hazañas. 
      Y, para que no quedaran dudas de ello, estas siempre ocurrían en tierras extrañas. 
      Asemejabanse a relatos fantásticos;  bajo ciertas influencias de cantos de sirenas,  que justificaban de alguna forma tales circunstancias inverosímiles. Dando a entender que sus extravagancias provenían de acciones temporarias.
      Y que ahora, podía contarlas de tal manera que sus relatos le correspondían a los de una persona sensata.   
    
                        Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada




jueves, 14 de abril de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 10

          CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA 
                              ( PARTE  10 )





                                                             De: Jorge Godoy
        ver la parte 9



        Convencer a María para que fuera a lo del medico, fue imposible, así que tuvo que venir el medico hasta a su casa. Y luego de examinarla, este ordeno su internación en una clínica especializada, psiquiátrica. El medico argumento que necesitaba realizar algunos estudios para confirmar si su mente estaba funcionando de una manera normal, aparte que había que contenerla y otras cosas mas académicas que escapaban al entendimiento de los oídos comunes de las personas. Fue muy duro para ella, se quejaba constantemente, despotricando en contra de Juan, en contra del medico y en contra del mundo. Juan ante tamaño espectáculo, no pudo evitar sentirse un vil ser humano. Si bien consideraba que estaba  haciendo lo correcto, había algo mas allá adentro de su alma que le decía que por querer ayudarla, de alguna manera la estaba perjudicando, además, sentía que se perjudicaba a si mismo, pues de esa forma se desvanecían la pocas esperanzas que le quedaban para conquistar su corazón, pero, ayudar a las personas humanas, por sobre todas las cosas, siempre estaba primero. Juan con suma tristeza estaba dando ya su primer paso al costado en materia sentimental.  Resignación que sentía por ni siquiera saber si el tiempo, curador de todos esos tipos de males, le jugaría a favor de el.


       El medico tuvo que recurrir a la fuerza policial para su traslado. Entremedio de un escándalo, el barrio vivió horas de asombro repartiéndose las opiniones entre los compañeros de trabajo, callejeros como ella, los alcohólicos, los indigentes que se dieron cita frente al domicilio en afán de impedir en algunos casos a que trasladaran a María hasta el hospital;  en otros casos, otras personas, solo cumplieron con el humilde deber de acompañar a María en esos momentos en que todos precisan del apoyo de los demás.


       Los estudios confirmaron lo que todos preveían, así, tristemente, María quedo alojada en el hospital psiquiátrico, en el hospital que comúnmente todos llamamos de los locos. El medico sugirió que para que la paciente mejorara había que cortar con todo lo que tenia que ver con su vida imaginaria anterior y arrancar con una vida nueva. Entonces ayudo a Juan para que se ocupara de ordenar la casa y momentáneamente cerrarla por precaución,  para que nadie la ocupara, tan solo hasta que ella volviera, tal era la esperanza de el medico y mas la de el. Con odio y rencor, destrozo ese altar que había preparado María en honor a su madre. Luego se ocuparon de ir hasta el cementerio y hacer los tramites para que redujeran a cenizas el cuerpo de la madre de ella. De esta forma Juan y el medico preparaban un terreno propicio, para cuando ella saliera del hospital, haciendo desaparecer todo rastro de su madre, para ver si de una vez por todas, cuando ella volviera, ante los hechos consumados, tal vez, de esa forma se diera cuenta que todo eso que había hecho hasta ahora, era lo que le había hecho mal, y que ellos suponían, una vez superado ese paso, María lograría salir de esa tremenda neurosis para entrar a transitar, de a poco, por caminos mas normales.


      Regreso Juan a su pueblo a continuar con su labor, mientras a María la atendían en el hospital, promesa del medico que avisaría con tiempo a el, y al cura del pueblo, ante novedades. Fueron días difíciles, concentrarse en el trabajo, ante tamaño acontecimiento, le era dificultoso, sin embargo no perdía la fe. Para eso se había acercado mucho mas, ahora, a la fe, se hacia una escapada a la iglesia a conversar con el cura, del cual ya se habían hecho muy amigos y para rezar, a pedir por María. 


      Hay cosas increíbles que tienen los seres humanos, la constitución del ser, discutida por años, durante toda la historia, en todos los tiempos, no hacen mas que suponer que las escrituras bíblicas dicen la verdad, sino de que forma se explica como un ser humano, creyente o no, modificando su conducta puede perder la fe de un momento a otro en Dios, deja de creer en el, lo odia, lo ignora, desafiándolo, tan solo para terminar pidiendo con fe de nuevo, otra vez, vencido ya, desesperado, un poco de misericordia divina.  
     

                                            fin de la parte 10



Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.
                                                                                                   

miércoles, 9 de marzo de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 9

                      MI MADRE ALCOHÓLICA 
                      
                                 PARTE 9 

                                                                                  De: Jorge Godoy

      ver la parte 8                                               


         Las cosas no progresaban. Al regresar Juan a la ciudad de inmediato fue a ver a María, la encontró desvalida y rendida ante montones de botellas vacías que había en cada rincón de la casa. " ¿Como anduviste? " Le pregunto el, cuando ella le abrió la puerta para que entrara, no le contesto, lo dejo pasar y solo atino a levantar la mano y de su boca se oyó un pálido y desganado " Hola". Luego de que con su vista recorriera el interior de la casa, Juan, empalideció y se quedo helado y mudo. Había botellas por todos lados, apoyadas contra la pared, tiradas por el piso y en los rincones. No era lo que el había esperado, si bien no tenia muchas esperanzas de que ella pudiera mejorar por lo menos en algo su vida, contaba aun con una fuerza adentro que todavía le permitía quedarse al menos con una mínima ilusión, invalida, por supuesto, pero ilusión al fin. 

      La casa por dentro estaba desaseada, en los pisos pudo notar que en todo el tiempo en que el no estuvo, la escoba, ni se había movido de su lugar, las telarañas en los marcos de las ventanas eran parte de la decoración. Al pasar vio su sofá, donde dormía, todo sucio, manchado, probablemente con manchas de vino. Pudo ver la cama adonde ella dormía totalmente desarreglada, sin las sabanas, las busco con la mirada y las encontró hechas un par de bollos en uno de los rincones de su habitación. María lo invito a sentarse a la mesa para charlar, y allí pudo observar con detenimiento que ella andaba con la cara sucia, con los cabellos enredados, parados, como saben lucir casi todos los borrachos, mas cuando se levantan de dormir. Hablaron un poco de como iban las cosas en el campo y otro poco de como le iba a ella aquí en la ciudad. Nada novedoso. Después de un momento ella arremetió diciendo que ya era la hora de ir a trabajar. Se levanto, le pidió a Juan si quería acompañarla. Juan accedió. 

      Iba el por detrás de ella, sin dejar de mirarle con pena la ropa desarreglada y sucia que llevaba puesta y, mientras ella salia, Juan giro su cara para mirar, para asegurarse si un poco mas allá, en la pieza, todavía seguía ese pequeño altar improvisado adonde ella rendía homenajes a su madre. "Que mas" "que mas", pensó el en voz alta, con rabia, con odio, "que mas podía seguir pidiéndole esa madre sinvergüenza desde la imaginación de ella, pobre diabla que en la vida lo único que había aprendido fue a obedecerla y encima aun, todavía, lo hacia desde el infierno". Si por lo menos todo eso fuera verdad, pensó, se quedaría allí firme durante toda la noche para preguntarle porque en vez de destruir a su hija, no la ayudaba. Porque no tenia piedad con alguien que trajo al mundo solo para hacerla sufrir, solo para pagar el precio de su infelicidad y porque no la dejaba tranquila y se retiraba de una buena vez de la vida de ella y de la vida de el.


         María tomo el carrito de siempre, el que le habían regalado en el supermercado y abrió la puerta para salir a la calle. El la acompañaba. La nochecita de primavera era agradable, el llevaba puesto solo una camisa desabrochada sobre una remera delgada de algodón. Ella, por el contrario, iba arropada, como suelen ir los de su clase, pareciendo ser que nunca tienen calor. Unas zapatillas rotas y sin medias, las botamangas ajironadas, deshilachadas, permitían con facilidad ver de los pies, la impregnada costra sobre la piel. 

        Cuadra y media y detuvo su andar y empezó con el primer montón de cartones, a juntarlo y apretarlo lo que mas podía adentro del carrito para que ocupara menos espacio, Juan ayudo. María saludo a cuanto linyera cruzaron en el camino, Juan hizo lo mismo. Y María sonreía, disfrutaba de su trabajo, de su paseo nocturno, lucia como un pez en el agua, era feliz, entonces Juan se preguntaba si era realmente necesario ayudarla o realmente al que había que ayudar era a el. 

       Ya en casa, una segunda botella de vino y una tercera, se abría delante del y el,  apenas sorbía de a poco, con obligación, acompañando, a ese ritual dañino y destructor. El sueño comenzó a pesar, sacudió el polvo del sofá, dio vuelta los almohadones, se desacordono los zapatos, se los saco, se saco la camisa.  Miro a María y le dijo "buenas noches". Se fue a acostar cansado, se quedo fijo mirando el techo despintado queriéndolo atravesar con la vista para llegar hasta el cielo, para rogar a Dios que le contestara, como y de que forma debía seguir. Y preguntarle porque si a María que estaba en el otro cuarto prendiendo una vela y predispuesta  a conversar con su madre, la que le respondía a cada pregunta, porque a el, aunque solo fuera por un único momento, un ángel del cielo, o Jesús mismo, o María, nunca le contestaban.


         Al día siguiente, se ordeno para diligenciarse hasta la dirección adonde el cura amigo del campo lo envió. María seguía dormida, en su mundo, tal como era su costumbre. Así que, se vistió, salio a la calle, despacio sin hacer mucho ruido y se fue. Conocía bastante la ciudad, eso ayudo y no le fue difícil encontrar la dirección. Bajo del colectivo que lo había acercado allí nomas a solo un par de cuadras que luego hizo caminando. Llego hasta el frente de la casa miro hasta arriba de la puerta de madera que había, como suelen hacer los desconocidos antes de entrar a un lugar que no conocen. Miro un timbre, lo pulso dos veces como para llamar la atención de que algún foráneo afuera aguardaba. Un señor bajo, gordo, calvo, bien vestido lo atendió, asintió que era el lugar correcto que el buscaba, que el doctor lo atendería luego de que esperase por unos momentos sentado en uno de esos sillones que siempre sirven para la espera. Una y mas revistas de la que estaban en una mesa ratona, para entretener, le sirvieron para distraerse por un momento no muy largo en que se hizo presente un señor flaco, alto, canoso, con lentes, que cargaba en su cara una sonrisa acogedora que estiro la mano para saludarlo y aseguro ser el mismísimo psicólogo que su amigo el cura del campo le recomendó. 

      Paso a un despacho, tomo asiento algo incomodo, esperando a que el doctor empezara a interrogarlo, después de todo no había por que preocuparse para eso se había llegado hasta allí. No sabia bien como comenzar, le daba vergüenza, pero el menester lo obligo. Trastabillo en las primera palabras , pero luego se dio empuje y arranco con la historia, y hasta el final no paro. El rostro del doctor inmutable durante la escucha, empezó a gesticular, buscando respuestas, dejando de lado las académicas, su edad lo obligo a buscar entre las memorias de sus experiencias algún caso similar, parecido, solo para cotejarlo, para buscar una referencia en donde afirmarse con alguna hipótesis. 

   ---Lo mejor en estos caso es que venga con la persona enferma. Dijo el, mirando por lo bajo, preocupado.

   ---Es difícil que ella se venga conmigo, si le digo la verdad, no va a querer venir. Dijo Juan.

   ---Lo debería hacer como sea, debemos practicarle algunos estudios para ver como anda su salud mental y la parte física también.

   ---Claro, claro, respondió Juan apremiado, pensando en lo difícil que seria que ella fuera al consultorio del medico.

   Al ver que Juan con toda sinceridad demostraba estar en serios aprietos, el medico le dijo: 

    ---De todas formas si tengo que hacerme una escapada hasta adonde viven, no va a haber problemas, siendo usted un recomendado de mi primo el cura, siempre hay un agujero de tiempo para los conocidos.

    Al llegar el sábado, el y ella fueron nuevamente al cementerio, a cambiar las aguas de los floreros. El a ayudar con la limpieza y ella a sentarse a conversar con su madre ya fallecida.


                                              Fin de la parte 9



Estimado Lector, muchas gracias y sera hasta la próxima entrada. 

lunes, 8 de febrero de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 8

 MI MADRE ALCOHÓLICA
                
                    ( PARTE 8)

     ver parte 7

                                                                      De: Jorge Godoy



        Días enteros habían pasado juntos, viviendo, conviviendo. Juan se encontraba en la penosa situación de tener que seguir fingiendo por las noches, mientras María insistía y daba muestras probatorias de que hablaba con su madre y que esta le aconsejaba día a día, como vivir. 

     Y en una noche de esas en las que ocurría siempre lo mismo, el atento de Juan que permanecía como siempre sentado a su lado, escucho decir con dolor a María: 
     ---Mama me dice otra vez que soy una inútil, que nunca serví para nada, que como buena hija a esta altura de la vida yo debí superarla, y que no me merezco que un buen hombre como usted me ayude, que permanezca a mi lado.

     A Juan se le hizo un nudo en la garganta, se atoro con su propia saliva, dio muestras de ahogo, de que le faltaba el aire y a las tientas, logro salir de la pieza y llegarse al patio del fondo de la casa, a tomar aire. Ella, por detrás lo acompaño, se preocupo realmente por Juan que se sentía mal. Pero Juan simulaba, necesitaba ganar un poco de tiempo, el tiempo necesario para darle alguna respuesta. A Juan se le tornaba difícil, muy difícil, cambiar a esta altura la mente de María, ya no aceptaba este tipo de vida para ella bajo ningún punto de vista, ya se había cansado, hartado, de escuchar todas las noches lo mismo, asintiendo, hasta consentir como si fuera todo eso una verdad. 

     Hoy, era un buen momento para decir basta, su paciencia se agotaba y los días volaban y el no había conseguido absolutamente nada, y en cuanto a poder ayudarla, las cosas le iban peor. 
     Ella hacia una vida como si fuera que su madre nunca hubiera muerto, y eso que la realidad estableció para todos que estaba ausente de este mundo hacia algún tiempo, pero, menos para ella. Y en ese punto era adonde el se sentía mucho mas molesto, por la pena y el dolor de tener que reconocer que María ya estaba muy enferma, sus alucinaciones, mezcladas con tanta cantidad ingerida a diario de alcohol, sus divagaciones, esos traspiés en su mente, los ritos inaceptables que una persona normal rechaza, y el sin saber aun, todavía, bien porque, los aceptaba. 



      Y llego el tiempo en que Juan debía regresar a su trabajo, sin falta tenia que estar en la escuelita rural, ya habían sido bastante considerable con el, así que Dios mediante, no le quedaba mas remedio que cumplir con el destino.
      Con todo el dolor en el alma, el se volvió al campo, le había dejado toda clase de recomendaciones antes de partir, que no bebiera tanto, que tratara de manejarse por ella misma sin pedirle, sin hablarle a su madre. Otra vez y por centésima vez volvió a insistir en aquello de que su madre había fallecido, aunque el sabia que ella en ese aspecto era blanda y vivía atemorizada y dependiente de lo que le decía su madre, desde el mas allá, en esa forma de fantasma apareciendole todas las noches, sobretodo, después de ingerir bastante alcohol, o cuando por los sábados que iba al cementerio a permanecer casi todo el día entero frente a su tumba para recibir ordenes y consejos de su madre muerta para vivir.

      Allá en el campo Juan retomo sus trabajos, pero ni un minuto olvidaba a María. Con todo lo que había sabido de ella y con sus propias experiencias, se convenció de que María estaba muy enferma, o al borde de la locura o lo que le era mas difícil de creer, que tal vez, estaba poseída. No dudo en ir a ver al cura de la iglesia para contarle su historia. El cura se mostró muy sorprendido ante tales narraciones, sobretodo quedo muy preocupado cuando Juan le menciono que la madre de María se presentaba en forma de fantasma.
    ---Es una característica demoniaca, dijo el cura a Juan y agrego que lo normal es que estos fantasmas, sean seres imaginados por la misma persona, que se sientan a charlar con ellos o los acompañan en sus caminatas, casi siempre dándoles consejos, pero pocas veces escuche que se elevan del piso. 
    ---En la mayoría de estos casos las personas no se sobreponen de la perdida del ser querido y viven atemorizados por la falta de protección que esta le proporcionaba antes de fallecer, pero al morir, se sienten inseguras, mas en este caso que me dices que la madre era una alcohólica perdida y que lo único que quería era que a su hija todo le vaya mal y que termine como ella. Agrego el cura.
     ---Yo pienso lo mismo, solo que agregaría que su madre, agrego su cuota de maldad sobre la hija, para hacerle pagar a alguien sus penas. Dijo, angustiado Juan.
     ---Te aconsejo que antes de verificar todas estas suposiciones, primero la hagas ver por un buen psicólogo, seria lo mas aconsejable. Dijo el cura. 
     ---Después si la cosa no esta en manos de los médicos, veremos que se puede hacer. Un primo mio medico trabaja en un hospital de la ciudad, te dar la dirección y el teléfono para que cuando vayas nuevamente consultes con el. Agrego el cura.


     Al poco tiempo, hizo un hueco en su tiempo Juan y se vino, otra vez a la ciudad a ayudar a María.



                                       Fin de la parte 8



Estimado Lector, muchas gracias y sera hasta la próxima entrada.