viernes, 2 de diciembre de 2016

Cambios Inesperados(pensamiento)




    CAMBIOS INESPERADOS
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    Como se remienda la vida
    a cada instante,
    con cada acto que se sucede.
    Se descompone y al rato
    hay que volverla a recomponer

    No, claro que nada dura,
    nada es permanente
    como lo quisiéramos.
    Nada permanece estático
    porque nada se queda quieto.
  
    Tal vez la muerte 
    nos de ese privilegio.
    Tal vez la vida no se preocupo 
    demasiado por nosotros
    como nosotros nos preocupamos,
    por ella.


    Jorge Godoy
    En Buenos Aires, diciembre de 2016
    

sábado, 15 de octubre de 2016

UNA QUEJA OÍDA AL PASAR




    Alberto, un viejo conocido, amigo mio y compañero de la escuela primaria, se quejaba porque los vendedores ambulantes habían invadido las veredas de la avenida con sus mercaderías y, la gente se concentraba en esos lugares para conseguir algún regalo mas barato para el día de las madres, que es este domingo. 
   Entonces, el me decía quejándose que no se podía caminar tranquilamente por las veredas de la avenida. Que, porque no los corrían de lugar, porque molestaban bastante. 
   Lo deje, y al rato caminando por la avenida, me encontré con Hugo, un viejo y querido compañero de la escuela primaria a quien yo recordaba siempre con mucho cariño. El, estaba atendiendo un puesto callejero junto a su compañera. Nos pusimos a conversar y me contó con alegría que hacia unos momentos se había encontrado con Alberto y que se había puesto muy pero muy feliz al verlo, también me contó que se había quedado sin trabajo y que por ahora andaba haciendo de vendedor ambulante para seguir dándole de comer a su familia.




De: Jorge Godoy


domingo, 2 de octubre de 2016

POR OTRO DÍA MAS ( relato)

              POR OTRO DÍA MAS
                        (relato)               


      Ya eran un poco mas de las cinco de la tarde, un sol oculto, atenuado, que simplemente servía para dar aun un poco de claridad, caía ensombrado detrás de una manta espesa de nubes blancas y grises, tan características de una tarde luego de algunas lloviznas, tan ocurrentes en esos días previos a la primavera.
     
      Su rostro, acariciaba el vidrio húmedo de su ventana, mirando fijamente hacia la puertita chica de hierro y chapa de la entrada a su casa. Y su mirada ensimismada entre tristes pensamientos, se entretenía entrecortándose con el caer de algunas gotitas esporádicas que se iban escurriendo lentamente hacia lo seco, y mientras el vidrio se iba secando, los minutos indefectiblemente iban pasando. 

      Sus ojos se entretenían mirando una a una esas gotas, olvidándose de a ratos que su rostro pegado al vidrio húmedo era el significado del producto del cansancio de otra larga espera antojadiza a ese alguien, que debía reaparecer otra vez abriendo esa puertita baja de hierro y chapa para pasar adentro de su casa, dándose la vuelta para cerrarla, cerrando el paraguas, sacudiendo con sus manos un poco la humedad de su piloto y la de un portafolios de cuero. Viniendo sonriente hacia su rostro que detrás del vidrio de esa ventana, ansioso aguardaba su llegada. Hoy, tampoco vendría, como ayer, como hace unas cuantas semanas.

     Y sus ojos lagrimosos pegados al vidrio se cerraron, y ella otra vez mas, suspiro, comenzando a cerrar, bajando lentamente su ventana, por otro día mas.


                                                          Fin 



De: Jorge Godoy
Buenos Aires 
Octubre de 2016


Estimado Lector muchas gracias, y será hasta la próxima entrada.

sábado, 24 de septiembre de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA. PARTE 13

  CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA
                  (PARTE 13)   



                                                                                      De: Jorge Godoy
ir a la parte 12


    Según ya lo había advertido el medico, que de la reacción que resultara el enfrentamiento con la verdad, dependería el alta transitoria de María.

    El sábado como habían quedado, fueron al cementerio con Juan. A la entrada los estaba esperando el Doctor y después de los saludos formales, entraron. Caminaron despacio, conversando de muchas cosas, se llegaron hasta el mismísimo lugar adonde siempre María sabia pasarse horas de extensa charla con su madre, frente a la tumba. A María le resulto extraño que no fuera ese el lugar de siempre, lo encontró distinto, cambiado, estaba completamente segura que ese era el lugar, pero, la tumba de su madre no estaba mas allí. Miro extrañada a Juan y al Doctor, buscando en sus rostros la respuesta. Que ambos le dijeran por un momento que algo de equivocado había en ese día, en ese momento y que nada de eso podía ser real. Se pregunto lo que estaba sucediendo, comenzó a preocuparse algo mas de la cuenta, ante el silencio prolongado de sus compañeros. El Doctor puso una mirada soslayada sobre los ojos de Juan, diciéndole que aguardara, que no dijera nada, que esperarían a que ella siguiera explayándose hasta que se diera cuenta de que podría caber la posibilidad de que alguna vez en la vida, esto tenia que suceder y, que ese día para ella, tenia que significar el comienzo de una vida nueva sin la tumba de madre. María empezó a comprender, no por poca cosa la habían dejado salir del hospital, y como sucedió con el altar en su casa y los demás cambios que se sucedieron rápidamente, esta también, una sorpresa dolorosa para ella, también la debía soportar. 

     ---¿ Adonde, se llevaron el cuerpo de mi madre, Juan? Pregunto desconcertada.

     La pregunta, muy difícil de responder, tenia una sola respuesta, la habían cremado. Como explicarle que todo fue para su recuperación, que el Doctor lo ordenó, lo sentenció, para su mejoría mental; para que de ahora en más comenzara una vida nueva, una vida mejor, sin pasado, sin historias dolientes, sin heridas que nunca cicatrizarían sin ese tratamiento, todo ese molesto recomponer psicológico que aún debía sin falta transitar hasta llegar a su conciencia y remover de allí, tajante, parte de su historia heredada, la peor, la viciosa.

     Asintió con la cabeza el Doctor a Juan que quedo inerte ante la pregunta inflexible de María, invitándola a sentarse en el banco que habitualmente lo habían hecho hace tiempo atrás celebrando esa ceremonia semanal; ese banco gris de cemento y frío, como debería ser su respuesta. Ya no se trataba de aplicar sus propias recetas psicológicas venidas del campo, extraídas de la experiencia personal acumulada durante años de andar intimando con lacerosos problemas sociales. Si no que, ahora debía entregarse, rendirse, ante la demanda imperiosa de los facultativos. 

    Sentose María por invitación de Juan a escuchar. Nerviosa, inclinando su torso, hundiendo su pecho, y juntando sus manos, haciendo sonar sus nudillos, esperando con ansiedad, una buena respuesta. 

    Juan, comenzó a contarle con cierto nerviosismo, lo que habían hecho mientras ella permaneció internada y paso a explicarle, atemorizado, por cierta reacción que pudiera desfavorecerla a ella, ante la presencia escrutable del doctor que de alguna manera cercioraba cada una de las reacciones de María, para diagnosticar su posterior tratamiento.

    María, se levanto del asiento, enojada, pero sin decir nada, como adivinando su mala suerte. No por nada bueno estaba con su presencia el doctor por allí. Analizo y pensó rápidamente como cuidándose de no ocasionarse mas daño que lo que hasta ahora se había hecho, descuidándose, sobre todo, de las acciones de los demás. Puso en practica todo lo aprendido de los compañeros del hospital, se recato. Sintió dentro suyo un ardor símil al que provocan las llamas descontroladas de un infierno, sintiéndose desposeída y despojada, sin honor. Pero, advirtiendo al instante que, como le había dicho alguna vez una buena compañera, loca, del hospital "lo malo venia siempre disfrazado de bueno". Y ella ya había aprendido con creces, tales bondades ofrecidas a cambio de una vida saludable mejor.

     --- ¿ Y que han hecho con sus restos? ¿Adonde están? Pregunto, ocultando su azoramiento.

     La verdad que Juan y el Doctor le dieron como respuesta, le cayó como una piedra encima, lapidaria. 
     Sentose, abatida, nuevamente María en el banco de cemento de aquel cementerio, el mismo que fuera su antiguo consuelo y compañía de los sábados durante los últimos años. Viose  sus ropas , su atuendo, sus cambios personales y, objetó a su conciencia, un remordimiento, un pesar. Pero, su prestancia debía seguir ocultando lo insoportable, una y otra vez, hasta forjar con miseros dolores su resistencia, para aguantar esta y otras pruebas mas.



     Juan se encargo de llevar a su casa la cenizas de su madre muerta. Despidieron al doctor en la puerta del cementerio y este le dijo a Juan que en unos días daría una resolución a su pedido.
     Durante el camino de regreso a su casa Juan y María, por las circunstancias, casi no mediaron palabra. En el rostro abatido y empalidecido de ella, solo circundaba un pensamiento. Sosegarse, para no caer en la ira, ni el rencor. Y se encomendó hasta el día mañana, después de descansar, para ver de que forma seguiría sobreviviendo. 


                                                  Fin de la parte 13


Estimado Lector  muchas gracias y hasta la próxima entrada.
     
     

lunes, 11 de julio de 2016

CUENTO: MI MADRE ALCOHOLICA. PARTE 12

 CUENTO: MI MADRE ALCOHÓLICA
                PARTE 12.    
  



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                                                                           De: Jorge Godoy




            Tal como se esperaba, Maria en un momento dado se manifestó con grandes deseos de ir el sábado hasta el cementerio para visitar la tumba donde se alojaban los restos de su madre. Juan de inmediato se puso en contacto con el doctor tal como lo habían previsto, acordando que se encontrarían a cierta hora de la mañana en la entrada, desde donde este los acompañaría.

         Juan había logrado casi lo imposible, Maria ya se aseaba mas seguido, se alimentaba mejor, se había recuperado bastante rápido realzando significativamente su figura física, tanto que Juan comenzó a imaginar que tal vez si las cosas siguieran de ese modo, podría quizá, soñar con la posibilidad de enamorar a una mujer que paulatinamente mejoraba su belleza día tras día. A tal grado que de tanta mejoría y de a poco, Maria se fue convirtiendo en una mujer desconocida para muchos. Se vestía mejor, se arreglaba peinándose varia veces al día sus cabellos, hasta un día le pidió a Juan que le ayudara con el teñido, lo que le resulto un poco trabajoso, dado que sus cabellos renegridos por naturaleza hicieron enorme tal tarea hasta poder convertirlos en rubios. Cuando se consumo el teñido, Juan no lo podía creer, adelante de sus ojos había nacido otra mujer. Que si antes estaba posesionado por que había encontrado dentro de ella una persona agradable, ahora también por fuera la encontraba igual de agradable. No se animo a decírselo siquiera, sintió una vergüenza quemandole en todo su interior. La cabeza le dolía demasiado pensando de que manera Maria, podría tomar esos pensamientos; ofensivos, tal vez. Mas, siendo que Juan hacia mucho tiempo que la protegía, dándole a entender de sobre manera que significaba mucho para el, cuidándola muchas veces como si fuera un hermano mayor o como un padre.

        Maria estaba descontrolada, del arreglo a sus cabellos, tiñiendolos de rubio, paso de inmediato al arreglo de su atuendo personal. Rebusco en los cajones de su cómoda, vaciandolos por completo, eligiendo y probándose pantalones, remeras y zapatos frente al espejo casi toda la mañana, hasta que finalmente consiguió vestirse con la mejor ropa juvenil que encontró a su gusto. No solo el espejo de su cómoda y un atónito Juan, que la miraba desde el asombro, la encontraron atractiva, sino que también, los vecinos del barrio y los conocidos desplegaban miradas completas de perplejidad ante su paso. Esa mañana que debían hacer las compras diarias, fue diferente a las anteriores, a tal grado que parecía que su pasado había quedado encriptado en una historia añeja y deslucida, que a simple vista iba demostrando que ya no volvería a ser la misma. Hasta aquellos que atendían los comercios hasta el día de ayer, cambiaron, de tener esas caras habituales de fastidio, a unas mucho mas simpáticas y complacientes. 

          Maria empezó a comprender entonces lo que era sentirse maravillosamente bien, su humor enaltecido ya, gracias a las muestras de gratitudes recibidas por todos los que a su paso indefectiblemente ahora elegían complacidos darle muestras de su respeto, en una forma mas amistosa, dejaba ver a las claras que los cambios personales le habían dado buenos resultados. Casi podría asegurarse que esa era una de las pocas veces que en toda su vida la gente de su entorno le estaba demostrando cariño. Recordandole en comparación, a aquellas situaciones similares, de cuando era una niña pequeña e iba siempre tomada de la mano de su madre durante las tardes calurosas de verano que solían salir a caminar por el barrio a tomar el aire fresco tan solo para refrescarse. Esta situación no dejaba de agradarle y sentirse agraciada por que la vida parecía darle una nueva oportunidad. Sin olvidarse de que era esa la misma vida, que en su niñez la había tratado muy mal a través de su madre, quien por elegir los refugios que le ofrecía su amigo incondicional, el alcohol, se olvido completamente de superar los problemas debido a las innumerables peleas y discusiones que solia tener a diario con su padre. Para así de simple delegarlos a menudo sobre la pequeña y fragil humanidad de Maria. 

       Pero la vida tenia que continuar, como continuo todo después de la ardua tarea que le significo sobrevivir muñida de problemas. Ahora lo mas importante para ella era curarse, porque el tiempo que le toco convivir con otros enfermos allá en el neuropsiquiatrico, le alcanzo y le sobro lo suficiente para aprender demasiado sobre ciertas necesidades de afecto y cariño que necesitan todos los días los seres humanos , mas cuando por distintas razones de desgracias que da la vida, atacan en una forma muy voraz en su salud mental y nadie o casi nadie ya mas quiere comprenderlos. Tanto era así que comprendió que un enfermo mental era el único ser viviente que podría dar testimonio sobre tales incomprensiones y hablar con propiedad sobre ciertos abandonos que se hacen regularmente a las personas en esos lugares. Cosas incomprensibles para quienes se hacen llamar orgullosamente ante la sociedad y sus pares, personas normales. 

         Para Maria, comenzar a pensar diferente, era todo un desafió. Los asistentes que la rodearon durante todo el periodo de su hospitalizacion, le agregaron a sus conocimientos, todavía mas experiencias a la que ya ella poseía. Sus compañeras internadas como ella, le enseñaron algo mas sobre lo que significaban los sufrimientos por los encierros muchas veces prolongados tan solo por padecer sin culpas, deterioros mentales nunca deseados, y que solo sirvieron para que la madre naturaleza señale con mucha mas fuerza a aquellos que a partir de cierto día cualquiera en la vida, pasaron a convertirse en menospreciados por tantos otros que nunca comprendieron que las diferencias, siempre fueron la parte mas natural de la vida. 

        De a poco, su ignorancia cultural exigida obligatoriamente en la vida cotidiana por sus pares, iba tornándose consciente dentro de su agravada salud mental, no obstante ello, comenzó a comprender con sumo esfuerzo que, después de haber soportado las angustias de su penoso encierro, el cuerpo se había enriquecido en experiencias con las constantes vivencias. A lo aprendido en años de convivir con la miseria padecida en su vida en libertad, ahora se le agregaba lo aprendido durante la miseria padecida en el encierro. Pero, empezó a comprender que ambas no se conjugan en los mismos tiempos, tampoco se desarrollan en los mismos escenarios, así que ni una ni la otra, le servían para saltear con habilidad, a esos días de extremas necesidades, entendiendo de a poco que para la sociedad la única experiencia importante era solo la de obedecer sus reglas y leyes. Imposiciones heredadas durante años y años de culturas, que los barcos de distintas naciones se habían encargado de desparramar por el mundo, como semillas para que crezcan y que hoy como arboles crecidos y fuertemente agarrados a los suelos, se diseminaron en todas las cosas que podemos ver que existen dentro de cualquier sociedad. 

          Para Maria, el alcoholismo heredado por su madre, hoy significaba una sola cosa, una tremenda adversidad;  un pronunciado contratiempo que si quería ser bien sorteado, solo dependía exclusivamente de ella. Y que para lograrlo gracias a Dios contaba con la anuencia y la ayuda incondicional de su fiel compañero y amigo, Juan.
         
          Ambos ya estaban haciendo los preparativos para que mañana por la mañana salieran con rumbo al cementerio, a visitar una vez mas como lo acostumbrado, la tumba de su madre alcohólica ya fallecida.


                                           Fin de la parte 12


Estimado Lector, muchas gracias y hasta la próxima entrada.